La respiración y considerando su importancia dentro del Yoga, en este post detallo la práctica de la Respiración Yóguica, animandoté a que pase a ser un hábito saludable (física, psíquica, emocional y espiritualmente hablando) en tu día a día. Disfruta de ella, aprende a fluir con ella… porque eso no tiene precio.
Consciencia de la respiración natural Antes de comenzar a dirigir tu respiración te sugiero que comiences por conocerla un poquito más, tomando consciencia de tu respiración natural. Es una técnica simple que te introduce en el modo y los patrones de tu propia respiración, no olvides que tu respiración refleja siempre tu estado interior, sobre todo como te encuentras anímica y emocionalmente. Es muy relajante y la puedes practicar en cualquier momento. El simple hecho de observar la respiración es suficiente para disminuir la frecuencia de las inspiraciones y las expulsiones y establecer un ritmo más relajado. Puedes hacerlo sentado en la postura de meditación o echado (en el suelo, sobre una esterilla o una alfombra) en shavasana (postura de relajación).
Personalmente te aconsejo la primera opción para evitar la somnolencia o el sopor.
Observa el proceso de tu respiración natural, espontánea, sin dirigirla, ni modificarla. Siente el aire entrando y saliendo, no controles la respiración. Nota como el aire es fresco cuando entra por las fosas nasales y tibio cuando sale, observa este proceso con la actitud de testigo, como si fueras un espectador, pasivamente, sin involucrarte, durante unos minutos.
Sigue observando tu respiración espontánea pero ahora toma consciencia del movimiento que se produce, de forma espontánea, en tu abdomen: como al inspirar se distiende (se hincha) ligeramente y como al expulsar desciende (se deshincha) y permanece así durante unos minutos.
Tras esta sencilla práctica percibe tu estado interno durante unos instantes.
Respiración abdominal
En este tipo de respiración se enfatiza la acción del diafragma, músculo en forma de cúpula que separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal. Durante la inspiración el diafragma se mueve hacia abajo y durante la expulsión se mueve hacia arriba (en la imagen está representado por una gruesa línea de color verde, haz clic para observar el movimiento).
El uso correcto del diafragma propicia la expansión equilibrada de los alveolos, mejora el drenaje linfático desde la base de los pulmones, masajea el hígado, el estómago, los intestinos y otros órganos situados justo debajo de él, ejerce un efecto positivo sobre la función cardiaca y la irrigación coronaria y mejora la oxigenación de la sangre y la circulación.
Este tipo de respiración es la más natural y eficaz. Por la falta de práctica, las tensiones que acumulamos, las posturas inadecuadas, las ropas ceñidas, etc., perdemos el uso de este tipo de respiración. Cuando se restablece y vuelve a formar parte de la vida diaria se produce una notable mejoría en el bienestar físico y mental.
Práctica: Acuéstate en shavasana y relaja bien todo el cuerpo. Observa la respiración espontánea durante unos instantes.
Coloca la mano derecha sobre el abdomen, a la altura del ombligo y la izquierda sobre las costillas móviles. Durante la respiración abdominal la mano derecha debe subir con la inspiración y debe bajar con la expulsión; la mano izquierda no debe moverse.
Tanto la inspiración como la expulsión debes hacerlas por la nariz. No crees tensión en el abdomen y respira de forma lenta y profunda, cómodamente.
Inspira mientras expandes el abdomen, sin modificar la caja torácica. Al final de la inspiración el diafragma comprime el abdomen y el ombligo está en su punto más alto.
Expulsa de forma lenta y continua, comprobando como el diafragma se mueve hacia arriba y abdomen hacia abajo. Al final de la expulsión el abdomen está retraído, el ombligo se dirige hacia la columna vertebral.
Practica y perfecciona la técnica durante unos minutos, sensibilizándote a este tipo de respiración. Una vez que la tengas bien integrada pasas a la fase siguiente.
Respiración torácica
En este tipo de respiración intervienen los músculos intercostales, expandiendo y retrayendo la caja torácica. Se suele asociar al ejercicio físico y al esfuerzo excesivo, así como al estrés y a la tensión, porque ayuda al cuerpo a obtener más oxígeno. Sin embargo, la tendencia de muchas personas es la de continuar con este tipo de respiración bastante tiempo después de haber finalizado la situación de esfuerzo, prolongando la tensión y creando así malos hábitos de respiración.
Práctica:
Acuéstate en shavasana y relaja bien todo el cuerpo. Observa la respiración espontánea durante unos instantes, tomando consciencia de la caja torácica que habitualmente no interviene en la respiración natural.
Coloca la mano derecha sobre el abdomen, a la altura del ombligo y la izquierda sobre las costillas móviles. Durante la respiración torácica la mano derecha no debe moverse; la mano izquierda debe moverse hacia arriba y lateralmente con la inspiración y debe volver a su posición inicial con la expulsión.
Manteniendo controlado el abdomen, comienza a inspirar despacio notando la expansión de la caja torácica. Siente el movimiento de las costillas hacia afuera y hacia arriba, tomando consciencia de cómo esta expansión lleva el aire hacia los pulmones.
Expulsa despacio, sintiendo la pasividad de la salida del aire conforme se van relajando los músculos intercostales y la caja torácica desciende.
Asegúrate de que, en este caso, no interviene la respiración diafragmática para integrar bien el proceso de la respiración costal o torácica.
Practica y perfecciona la técnica durante unos minutos, sensibilizándote a este tipo de respiración. Una vez que la tengas bien integrada pasas a la fase siguiente.
Respiración clavicular
Esta respiración es la etapa final de la expansión total de la caja torácica. Tiene lugar después de completar la respiración torácica. Con el fin de que entre una mayor cantidad de aire en los pulmones, los músculos del cuello y del esternón tiran hacia arriba las costillas superiores y las clavículas, con el fin de favorecer la ventilación de los lóbulos superiores. En la vida cotidiana la respiración clavicular se utiliza solamente en condiciones de esfuerzo físico extremo y en los casos de enfermedades que obstruyen el paso del aire como el asma.
Práctica:
Acuéstate en shavasana y relaja bien todo el cuerpo.
Practica la respiración torácica durante unos minutos.
Inspira y expande bien toda la caja torácica, cuando las costillas estén totalmente expandidas continua inspirando un poco más hasta que sientas la expansión en la parte superior de los pulmones, alrededor de la base del cuello. Los hombros y las clavículas se mueven un poco hacia arriba. Esto requiere un poco de esfuerzo.
Expulsa despacio, relajando primero los músculos intercostales para que descienda la caja torácica, después la parte superior del pecho y por último deja que las clavículas desciendan.
Continúa practicando durante unos cuantos minutos y observa el efecto de este tipo de respiración.
RESPIRACIÓN YÓGUICA
La respiración yóguica combina las tres técnicas descritas anteriormente. Proporciona un perfecto control sobre la respiración, ayuda a corregir malos hábitos respiratorios y a aumentar la entrada de oxígeno.
Se puede practicar en cualquier momento y es especialmente útil para calmar los nervios en situaciones de estrés o falta de autocontrol. Y aunque corrige y profundiza el patrón de respiración natural, no debe practicarse de forma permanente, pero si habitualmente, como un hábito higiénico y saludable dentro de tu vida cotidiana.
Práctica:
Sentado en postura de meditación o acostado en shavasana, relaja bien todo el cuerpo.
Recuerda que la respiración tiene que ser: lenta, silenciosa, profunda y cómoda. Tiene que ser fluida, sin cortes, ni sacudidas; un flujo ininterrumpido tanto en la entrada como en la salida del aire. Todo el proceso debe realizarse con un movimiento continuo en el cual cada fase se incorpora a la siguiente sin marcar los puntos de transición. No debes sentir movimientos espasmódicos ni tensiones innecesarias. La respiración se debe asemejar al oleaje del mar, de un mar tranquilo y sereno. Con una actitud relajada, toda tu atención debe estar focalizada únicamente en la respiración.

Comienza a inspirar lentamente, permitiendo que el abdomen se expanda al descender el diafragma; al final de la expansión abdominal continúa introduciendo aire, notando como se ensancha el tórax y se separan las costillas; después sigue inspirando un poco más hasta sentir el ascenso del aire hasta la parte superior de los pulmones, alrededor de la base del cuello, notarás como las clavículas ascienden. Mientras tanto el resto del cuerpo debe permanecer completamente relajado. Así habrás completado la inspiración.
Ahora comienza a expulsar en el mismo orden en el que ha inspirado, en una lenta y larga expulsión: primero el abdomen se hunde, después el tórax se cierra y por último las clavículas descienden, sin llegar a forzar la expulsión, siente que la acabas cómodamente.
Continúa practicando y perfeccionando la técnica durante unos minutos.
No olvides reservar unos minutos cada día para realizar esta práctica (preferiblemente siempre a la misma hora). Y utilízala siempre que te sientas cansado, deprimido, sin ánimo…, la fatiga desaparecerá, tu mente experimentará sus beneficios y en unos pocos minutos te sentirás renovado y vital.
Dispones de esta práctica dirigida en el siguiente enlace.
Bibliografía consultada:
“Asana, Pranayama, Mudra, Bandha” de Swami Satyananda Saraswati
“Aprendo Yoga” de André Van Lysebeth
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2 comentarios en «La respiración yóguica.- El aliento de la Vida»
EXCELENTE. GRACIAS.NAMASTE
Namasté!!
Gracias a ti, me alegro de que te haya gustado y espero que te sirva para ponerlo en práctica. Si tienes cualquier duda ponte en contacto con nosotros.
Un abrazo en tu corazón.
Pilar