La fragancia se transformó en nariz, la melodía dio lugar a los oídos y el espejo se convirtió en ojos para contemplarse.
La suave brisa se hizo fina piel, la cabeza se tornó flores de nardo de fascinante aroma.
La lengua se convirtió en dulce zumo, el loto se abrió para ser el sol, y el ave Chakor se transformó en la luna.
Las flores tomaron forma de abeja, las muchachas se tornaron muchachos y los somnolientos adoptaron la forma de camas en las que yacer.
La vista se convirtió en objetos maravillosos, cual lingote de oro que se transforma en joya para disfrutar de la belleza.
Los capullos de mango se tornaron cuclillos, el cuerpo adoptó la forma de brisas malayas y los sabores se convirtieron en lenguas.
Así es como lo Absoluto adopta las formas del que goza y del objeto de gozo, de veedor y objeto de visión, sin que se altere la homgoeneidad de Su unidad.
Amritanubhava de Jñaneshwar Maharaj. Capítulo IX (extracto)